Buenos días, en Internet existe lo que se denomina fenómeno viral, ocurre con vídeos, fotos o noticias
como en el caso que nos ocupa, el mero hecho de compartir de forma masiva una
noticia con tus contactos hace que se convierta en un fenómeno viral en Internet. La noticia que esta semana hemos seleccionado se ha convertido en
viral en el sector asegurador, por mi parte colaboro en hacerla más viral si
cabe compartiéndola con vosotros. La noticia no aporta grandes novedades sobre
lo que estamos acostumbrados a ver, pero una cabecera atractiva hace que se haya
convertido en una noticia de éxito, lo cual siempre es interesante para divulgar
la situación actual del fraude al seguro en España. Lo que también nos
permite la noticia es comprobar como existen fraudes organizados en los que cada
vez se estafan mayores cantidades económicas y que implican a grupos cada vez
más profesionalizados y numerosos. A pesar de lo extenso del artículo, lo
mantengo en su totalidad ya que también hace un repaso a otros tipos de fraude
habituales, algunos de los cuales ya hemos comentado en otras ocasiones y que en
este caso por tanto sirve de resumen y recordatorio.
Un saludo.
Josu Martínez.
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El pueblo que fingía accidentes de tráfico: engañar al seguro se profesionaliza
Utilizan “Huecos” en las Aseguradoras
El fraude a las compañías por parte de tramas organizadas es cada vez más común y especializado. Aunque existen distintas tipologías, tienen puntos en común
Fuente. EL CONFIDENCIAL. 25.09.2016
Imagen de un
accidente entre dos vehículos. (Enrique Villarino)
En un pueblo de Murcia defraudar al seguro estuvo
cerca de convertirse en costumbre popular. Dos vecinos, cerebros de
una trama, organizaron una red que presuntamente simulaba accidentes de
tráfico con todo aquel paisano que quisiera ganarse unos euros engañando a
su aseguradora.
El 'modus operandi' era, sobre el papel, sencillo: ir con dos
coches viejos o incluso ya golpeados a un polígono poco transitado, lejos
de miradas curiosas, y hacerlos chocar entre sí. Después, simular diversas
lesiones con la connivencia de un médico cómplice, que les proporcionaba
supuestos partes falsos, y de un abogado que les “asesoraba”. Con la
coartada de la lesión y la fachada del coche dañado, presentaban un parte al
seguro y se llevaban una suculenta indemnización, que variaba en función del
daño elegido desde los 3.500
a los 17.500 euros. Al vecino que le había tocado ser
parte “culpable” de la fingida colisión, se le daría en otro momento la
oportunidad de ser afectado. Así la red se extendió hasta llegar a los 400
partes periciales presuntamente fraudulentos.
Los cabecillas se llevaban el 50% por coordinar todo
el proceso. “Rara es la persona que te cruzas que no te diga que le ofrecieron
500 euros por dar parte”, reconoce en una grabación uno de los miembros de la
estafa aún en investigación, y por la que se ha detenido a 61 personas. El
caso ha afectado a numerosas aseguradoras, entre ellas a Línea
Directa, que calcula en 300.000 euros el dinero defraudado solo a
ellos. “Era una banda muy estructurada, tenían muy bien pensado el proceso”,
explican fuentes de la empresa.
Una tendencia en alza
Casos como este, donde el fraude tiene detrás una trama
organizada, son cada vez más comunes y preocupan especialmente a las compañías
por su especialización y peligrosidad. Este ejemplo es representativo de la
organización que suelen tener las bandas: existe una sofisticación del proceso,
cierta jerarquía en la praxis e implica normalmente accidentes de coche
y daños corporales, las clases de siniestro con las que más dinero puede
obtenerse.
Según datos de AXA un 1% de los fraudes los realizan bandas
organizadas con una media de 6.000 euros
Aunque en términos absolutos las compañías señalan que el
número de casos es muy bajo, sí son significativos por el dinero que defraudan.
Según datos de AXA, del
1,37% de fraudes que se cometieron en 2015, solo un 1% lo llevaron a cabo
este tipo de defraudadores. Sin embargo, la media en las estafas de las
tramas está cerca de los 6.000 euros, muy lejos de los 600 que suele
llevarse (o intentarlo) el defraudador ocasional u oportunista: personas
individuales que dan un parte falso o exagerado a su seguro.
En esta compañía han experimentado un aumento del 500% en
este tipo de defraudador: de 7 casos en 2013 a 82 en 2015. Los motivos que encuentran
son, en parte, por la mencionada especialización, pero también por la inversión
que las compañías están haciendo en métodos para detectarlas.
Tramas delictivas, las más peligrosas
Existen, sin embargo, distintos tipos de profesionales del
engaño organizado. En primer lugar, como el abogado del caso precedente,
aquellos cuya profesionalización viene derivada de formar o haber formado parte
del mundo de los seguros o de su entorno, lo que los convierte
en conocedores de los "huecos” que tienen para aprovecharlos en su
beneficio.
En otros casos, se trata de mafias o grupos de
criminales cuya forma de vida es la delincuencia y que han encontrado en
este sector una nueva forma de hacer dinero. Sobre estas, además, las aseguradoras alertan:
son socialmente peligrosas. Se refieren, por ejemplo, a un caso reciente de una
banda organizada que contactaba con mujeres embarazadas para hacerlas
abortar con sustancias químicas y después simular un accidente del coche para
justificar la pérdida del bebé. También, otra que convencía a personas para que
se amputaran un dedo (ellas mismas) y luego tramitaban y asesoraban
en el proceso del fraude, llevándose, además, la mayoría del importe de la
indemnización
Normalmente hay un cerebro que conoce muy bien el mundo del
seguro y hay 'conseguidores' que encuentran a alguien con necesidades
Menos peligrosas pero más sofisticadas son las tramas
tecnológicas, un fenómeno reciente que utiliza herramientas electrónicas para, por
ejemplo, suplantar identidades y crear múltiples pólizas que luego se
utilizan para reclamar pequeños siniestros que no requieren comprobación.
Todas ellas se caracterizan por desarrollar una
“industrialización” del proceso delictivo: “No cometes un solo fraude, si no
que creas un sistema para que se repita”, explica Arturo López Linares,
responsable de Gestión de Fraude de AXA. Además suelen tener el mismo
patrón jerárquico: “Normalmente hay un cerebro que conoce muy bien el mundo del
seguro; después hay 'conseguidores' que encuentran a alguien con necesidades en
su círculo de amigos o amistades, y luego están los que finalmente cometen el
hecho, que suelen ser los que menos se llevan”.
Coches y daños corporales, los preferidos
Los fraudes relacionados con automóviles y daños corporales
suelen ser los más habituales en general, y también entre las tramas, porque es
donde se perciben mayores indemnizaciones. Además, para llevarlos a cabo son
necesarias varias personas: al menos un conductor, una víctima y en ocasiones
también un testigo.
Habitualmente estos coches se adquieren en el mercado de segunda
mano o en el extranjero, cambiándoles el número de bastidor. Después se les
asegura como si fueran nuevos, aprovechando compañías que no verifiquen
presencialmente el estado del automóvil. Pasado un tiempo del contrato de la
póliza, para no hacer sospechar, se comete el fraude.
En el momento del accidente, la
casuística es tan amplía como permite la picaresca. Recientemente se
ha puesto de moda lo que se ha denominado como "el timo de
la rotonda", llevado a cabo por varios grupos en distintos puntos de
España. Consiste en que el coche "estafador" circula por el
carril externo de la glorieta, esperando a que un automóvil del interior
salga para impactar con él. Así, en teoría, la culpa es
de quien sale, ya que lo hace incorrectamente. Con esta
técnica nueve familiares y amigos estafaron supuestamente 90.000 euros en
solo 10 accidentes en Vigo.
Factor humano e informático para detectarlos
Cuando un parte de siniestro fraudulento llega al despacho
de un tramitador, depende del olfato que este tenga para detectarlo como algo
inusual. “Generalmente los casos que reciben los tramitadores tienen sentido
porque son todos muy parecidos, pero a veces hay algunos que les llaman la
atención por cualquier motivo y se ponen a investigar”, explican fuentes
de la Unión Española
de Entidades Aseguradoras (UNESPA) que cada año otorgan premios a las compañías
que detectan los mejores fraudes.
En función del tipo se utilizan distintas herramientas
dentro de lo que la ley permite
A veces es una lesión que no corresponde con el daño que
registra el coche. En otras, una clínica que da partes de una misma lesión
por encima de lo normal, o un mismo número de teléfono que se repite en
casos similares. El capital humano es, por tanto, fundamental para combatir el
fraude, pero la profesionalización de las bandas requiere que cada vez más
estas inviertan en sofisticados sistemas para cruzar información o
detectar patrones. Una vez fundada la sospecha, recurren habitualmente a
detectives para que investiguen el caso y consigan pruebas.
“En función del tipo de investigación se utilizan distintas
herramientas dentro de lo que la ley permite”, explica David Sanmartín,
detective privado del grupo HAS. "Normalmente se estudia primero los
antecedentes del caso, que proporciona la compañía, y luego se trabaja buscando
pruebas, por ejemplo, acudiendo con una supuesta lesión a un centro médico
sospechoso para ver si te proponen el fraude”.
El objetivo de los investigadores es desentrañar tanto el
funcionamiento como la relación de los miembros del grupo y demostrarlo con
pruebas. En total les puede llevar de uno a seis meses, en función de la
complejidad de la trama, según la experiencia de Sanmartín: “Si han tenido poca
frecuencia de actuación, es más difícil probarlo”. Una vez conseguidas las
evidencias, las aseguradoras lo ponen en conocimiento de las fuerzas y cuerpos
de seguridad del Estado, los encargados finales de desarticular el entramado
delictivo.
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