Cuando los árboles no nos dejan ver el bosque
No es una casualidad que la figura del perito de
seguros participe en las cuatro fases de la lucha contra el fraude en el
seguro: en la prevención, donde su mera presencia siempre supone una medida
disuasoria; en la detección, durante la peritación en base al análisis de los
datos; en la investigación, donde se verifican los hechos; y en la resolución
final, donde se genera la argumentación necesaria para clasificar un caso como
intento de fraude.
Y no es casualidad, porque la labor de campo que realiza el perito de seguros supone comprobar in situ las circunstancias del siniestro, aspecto de total competencia del perito y de obligatoriedad en su labor. De hecho, casan a la perfección la labor pericial y la verificación del siniestro.
Podemos afirmar que todas las fases indicadas anteriormente en la lucha contra el fraude son importantes, pero también podemos concluir que siendo todas complementarias desde la primera hasta la última, son precisamente estas últimas, las de la investigación y la resolución, las que se pueden considerar determinantes, al suponer la diferencia entre estar en condiciones de afirmar que un siniestro es un presunto fraude, a quedarse en la conclusión dudosa de probable o posible presunto fraude.
Resumiendo, detectar es fundamental, pero si no se demuestra con pruebas y con argumentos, no se habrá logrado ningún éxito y por tanto se habrá fracasado.
Pero no es fácil avanzar en las fases de la lucha contra el fraude, mientras el principal problema de una gran parte de las aseguradoras siga siendo… la propia aseguradora.
Cuando a pesar de tener muy clara la importancia del trabajo en este campo, los sistemas de gestión que se establecen, principalmente para los siniestros masa -en los que se engloba prácticamente el 100% en Automóviles y el 85% en Diversos-, contemplan unos plazos de gestión para los tramitadores y unos plazos de finalización para los peritos, que son de obligado cumplimiento, pero con los que ni tramitadores ni peritos podemos dedicarle el tiempo y la intensidad a la labor que requiere la investigación y resolución del fraude.
Llegados a este punto, si somos conscientes de la importancia que tienen estos siniestros, más nos valdría que se comenzaran a tramitar de otra forma a cómo se hacen el resto de siniestros masa.
A siniestro diferente, gestión y peritación diferente. No podemos pretender que un tramitador le dedique el mismo tiempo que le dedica a otro siniestro que no tenga esta peculiaridad y de igual manera no podemos conseguir que un perito resuelva una investigación con una completa resolución de forma satisfactoria en el mismo tiempo que se prevé para una peritación sin estas circunstancias.
Apartar un caso de fraude del resto de siniestros masa, sacándolo de las estadísticas y tramitarlo y peritarlo con un presupuesto de coste y plazos específico para este tipo de siniestro, permitirá sin dudas dedicar el tiempo necesario para su resolución, bien sea con un equipo especializado o incluso con el mismo equipo utilizado para los siniestros masa.
Y no es casualidad, porque la labor de campo que realiza el perito de seguros supone comprobar in situ las circunstancias del siniestro, aspecto de total competencia del perito y de obligatoriedad en su labor. De hecho, casan a la perfección la labor pericial y la verificación del siniestro.
Podemos afirmar que todas las fases indicadas anteriormente en la lucha contra el fraude son importantes, pero también podemos concluir que siendo todas complementarias desde la primera hasta la última, son precisamente estas últimas, las de la investigación y la resolución, las que se pueden considerar determinantes, al suponer la diferencia entre estar en condiciones de afirmar que un siniestro es un presunto fraude, a quedarse en la conclusión dudosa de probable o posible presunto fraude.
Resumiendo, detectar es fundamental, pero si no se demuestra con pruebas y con argumentos, no se habrá logrado ningún éxito y por tanto se habrá fracasado.
Pero no es fácil avanzar en las fases de la lucha contra el fraude, mientras el principal problema de una gran parte de las aseguradoras siga siendo… la propia aseguradora.
Cuando a pesar de tener muy clara la importancia del trabajo en este campo, los sistemas de gestión que se establecen, principalmente para los siniestros masa -en los que se engloba prácticamente el 100% en Automóviles y el 85% en Diversos-, contemplan unos plazos de gestión para los tramitadores y unos plazos de finalización para los peritos, que son de obligado cumplimiento, pero con los que ni tramitadores ni peritos podemos dedicarle el tiempo y la intensidad a la labor que requiere la investigación y resolución del fraude.
Llegados a este punto, si somos conscientes de la importancia que tienen estos siniestros, más nos valdría que se comenzaran a tramitar de otra forma a cómo se hacen el resto de siniestros masa.
A siniestro diferente, gestión y peritación diferente. No podemos pretender que un tramitador le dedique el mismo tiempo que le dedica a otro siniestro que no tenga esta peculiaridad y de igual manera no podemos conseguir que un perito resuelva una investigación con una completa resolución de forma satisfactoria en el mismo tiempo que se prevé para una peritación sin estas circunstancias.
Apartar un caso de fraude del resto de siniestros masa, sacándolo de las estadísticas y tramitarlo y peritarlo con un presupuesto de coste y plazos específico para este tipo de siniestro, permitirá sin dudas dedicar el tiempo necesario para su resolución, bien sea con un equipo especializado o incluso con el mismo equipo utilizado para los siniestros masa.
Josu Martínez Martínez
Secretario nacional de APCAS
Coordinador de