viernes, 14 de septiembre de 2012

Semana 36


Buenos días, que el fraude detectado a las Aseguradoras se ha disparado en los últimos años superando el 100% de incremento es un dato que todo el sector conoce y que el pico de incidencias se disparó cuando se inició la crisis económica en España parece que también es un dato contrastable. Hasta el inicio de la crisis lo habitual era clasificar 2 tipos de defraudadores, los profesionales y los ocasionales, pero ahora hay foros en los que añaden una nueva catalogación de defraudador, llamándole defraudador por necesidad. Desde este espacio semanal me he mostrado en desacuerdo en más de una ocasión por la creación de esta nueva clasificación, en ningún otro foro se habla de un nuevo atracador de bancos por necesidad o nuevo estafador a Hacienda por necesidad o que haya nuevos profesionales que estafen a sus clientes "por necesidad". No cabe duda que la crisis está provocando grandes dramas en muchas familias, pero entiendo que esta nueva clasificación no sería correcta, ya que se estarían mezclando los fundamentos de denominación. El profesional y el ocasional, no se definen por los motivos que les llevan a cometer las estafas y en el defraudador por necesidad únicamente se tendría en cuenta el motivo por el que se comete el delito para incluirlo en esta clasificación. Por tanto, soy partidario de mantener la clasificación original en que se define al defraudador profesional, como aquel que conoce el medio y el método, estudia el caso al detalle desde el principio hasta el final, viven de estas estafas, son muy difíciles de descubrir, se pueden necesitar para ello incluso años, siendo normalmente necesaria la intervención de departamentos de policía, por lo que es muy difícil cuantificarlos. El ocasional que normalmente es alguien que ha sufrido un daño no cubierto por las garantías de su Seguro o que carece incluso de dicho Seguro y falsea las circunstancias, creando un montaje para conseguir que una Aseguradora indemnice sus daños, es más fácil su detección e investigación. El defraudador por necesidad debería ser incluido en una de las dos clasificaciones, ya que insisto "la necesidad" sería en todo caso un motivo por el que el estafador delinque.
El dato principal es que en tiempos de crisis mayor aumento del fraude al Seguro y bajo este prisma es sobre el que habría que trabajar en la Lucha Contra el Fraude. La noticia que hoy hemos seleccionado es terrorífica y escalofriante y reproduce la crítica situación en la que viven muchas familias. Social y políticamente se debería dedicar mucho tiempo a la reflexión del hecho y al estudio para evitar que situaciones así se lleguen a producir. En el entorno profesional Asegurador cabe pensar que si existen situaciones como la relatada a continuación, que es lo que no existirá en los miles de expedientes abiertos actualmente en las Aseguradoras.
 
Un saludo.
Josu Martínez
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Mi brazo por 600.000 euros

Los intentos de fraude a las compañías de seguros crecen con la crisis y emerge un nuevo tipo de defraudador: el que lo es por pura necesidad económica

Josep María Vilamajò lleva 40 años en el oficio de investigador privado y ya hay pocas cosas que le sorprendan, pero el caso que a continuación detalla le dejó perplejo. Hace un año, una compañía de seguros le encargó el caso de un hombre que había perdido un brazo en un accidente de coche; aludía que se había cortado con la sierra mecánica que transportaba. Resolverlo no fue demasiado complicado: el corte era demasiado limpio como para habérselo hecho en un accidente; y un dedo de la mano estaba en sospechoso mal estado.
El hombre pertenecía a una familia, de Valencia, en la que todos estaban en paro. Habían suscrito más de ocho pólizas de seguro y le habían convencido entre todos para que se amputara un brazo para cobrar en torno a 600.000 euros.
El hombre bajó al bar a tomarse un carajillo, se aplicó una anestesia local y se cortó el brazo a la altura del codo. Olvidó retirar el anillo de boda antes de amputarse la extremidad. Intentó recuperarlo a posteriori, lastimando el dedo.
El caso es de una crudeza brutal y resulta, a todas luces, extremo. Pero pertenece a esa nueva categoría de fraude que ha emergido con la crisis: el que se lleva a cabo por necesidad económica. “Con la crisis se ha producido un aumento del fraude de entre el 25% y el 30%”, asegura Javier Fernández, portavoz de la Asociación Empresarial del Seguro Unespa.

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