viernes, 14 de marzo de 2014

Semana 11

Buenos días, esta semana vamos a presentar un tipo de fraude muy habitual en los ramos de multiriesgo de comercios e industriales. Es un histórico del fraude al siniestro, hasta el punto de ser conocido en argot de expertos de fraude como "Hinchar el perro". Es en estos tiempos de crisis en los negocios de venta de artículos en los que se está observando un repunte de este tipo de fraude. No es un fraude profesional, porque es propio de comercios o negocios dedicados a una actividad industrial o comercial. No se trata de casos como los comentados en semanas anteriores de denuncias de falsos robos, sino de siniestros que han ocurrido realmente pero en los que el asegurado aumenta intencionadamente los daños reales para obtener una mayor indemnización por parte de la Aseguradora con la que tenga cubierto el riesgo, mediante la pertinente póliza con cobertura, o bien tratándose de un perjudicado que aumenta los daños reales con este mismo fin. La labor pericial en estos casos como se podrá observar es imprescindible y decisiva. Ambos casos los comentamos a continuación en un artículo publicado en un reportaje realizado hace años.
 
Un saludo.

Josu Martínez.
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Dos ladrones, ladrones de verdad, entran en un almacén de teléfonos móviles y otros aparatos y atan a los empleados. Las víctimas denuncian luego que los cacos se llevaron en una Renault Express objetos por valor de 250.000 euros. El asunto es que el peritaje hizo una reconstrucción del robo donde se iba objeto por objeto, teléfono por teléfono robado. Se decía lo que valía y se metía en la Renault Express. Pero el maletero ya desbordaba y lo que había dentro no valía más de cien mil euros. Los dos trabajadores recularon y dijeron que ok, que eso era justo lo que robaron. Al final, tras otro peritaje aun más estricto, aceptaron que los ladrones no se habían llevado material más que por 39.485 euros.

Los futuros estafadores no deben olvidar que ahora hay muchos avances científicos para pillarlos. Así le ocurrió “inundado hasta las cejas”. Este fue un hombre cuyo local, un almacén de dvd, vídeo y similares, sufrió una inundación de aguas fecales procedentes de una alcantarilla. Su compañía de seguros le pagó 3.000 euros, pero luego reclamó 228.000 euros más y aportó toda la mercancía inundada del almacén. Un análisis de laboratorio comprobó que esa mercancía dañada estaba mojada, pero ya no de aguas fecales sino de agua de la red normal, del grifo. Es decir, después de la inundación y la visita del seguro, el hombre inundó el almacén de mercancía vieja con una manguera, por si colaba.

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