viernes, 2 de febrero de 2018

Semana 5

Buenos días, no se trata de una noticia como las que normalmente comentamos en este espacio, pero es un caso que se repite en muchas ocasiones, tratándose de una disparidad de versiones en las que la responsabilidad del siniestro no queda clara, a pesar de existir un atestado de la Guardia Civil de Tráfico. En este caso existe un aspecto que tiene similitud con la verificación de un siniestro con indicio de fraude, se trata de dejar de manifiesto la importancia de una correcta verificación de los vehículos implicados en un siniestro. Un pequeño detalle como una ligera transferencia de pintura de un vehículo en el otro, puede ser una prueba de la existencia de un impacto. Los departamentos de investigación de accidentes de tráfico de las diferentes policías del Estado están muy preparadas, al contar con personal altamente cualificado y con modernos medios técnicos. Existen peritos de seguros también muy preparados para la realización de Reconstrucciones de Accidentes de Tráfico que en ocasiones pueden aportar datos y conclusiones que pueden servir de utilidad a estos departamentos de policía, así mismo los peritos de seguros de automóviles son expertos en siniestros de tráfico, dominando no solo la reparabilidad de los vehículos, sino las circunstancias que concurren en cada siniestro, acostumbrados a verificar vehículos implicados en los siniestros y a determinar sobre las causas y circunstancias de estos, por lo que también pueden aportar en muchas ocasiones datos técnicos que pueden servir de ayuda a juzgados y policías. Desde este espacio defendemos la conveniencia que peritos de seguros de automóviles colaboren con policías y juzgados en la resolución de siniestros.

Un saludo.
Josu Martínez.

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Batalla Científica por un Accidente

Enfrentamiento entre peritos por la implicación de un conductor en la muerte de un motorista en Inca.
La fiscalía pide dos años de cárcel para un hombre por supuestamente saltarse un stop y provocar un siniestro mortal, contra el criterio de la Guardia Civil de Tráfico. Pequeñas marcas de pintura analizadas en laboratorio y complejos cálculos físicos y matemáticos para determinar las velocidades centran el juicio.


Fuente: Marcos ollés palma 30.01.2018


El juicio por la implicación de un conductor en la muerte de un motorista acabó ayer convertido en un debate científico. Unas manchas de pintura analizadas en laboratorio y los cálculos físicos y matemáticos para determinar las velocidades enfrentaron a los peritos de la fiscalía y la acusación particular con el de la defensa. Unos sostienen que el acusado se saltó un stop y provocó la caída de la víctima tras un leve roce; el otro, como la Guardia Civil de Tráfico, que el motorista iba demasiado rápido y sufrió una caída casual. La fiscalía avala la tesis del homicidio imprudente y pide una pena de dos años de cárcel y otros tantos de retirada del carné para el conductor del coche.

El siniestro se produjo hacia las nueve y cuarto de la noche del 7 de marzo de 2013, en el kilómetro 2,4 de la carretera que une Inca y Llubí. G.P., de 34 años, iba a los mandos de una potente Triumph 675 cuando perdió el control de la motocicleta, cayó al suelo y se estrelló en una curva contra una valla de seguridad y un muro. Murió casi en el acto.

Es lo poco en lo que coinciden las partes. El acusado ratificó ayer su versión: circulaba con su coche, un Renault 4 de 30 años, cuando el motorista le adelantó a gran velocidad -unos 160 por hora– y, al llegar a la curva sufrió una caída. Con una rápida maniobra, logró no pasarle por encima y se detuvo para alertar a los servicios de emergencias. El hombre negó haberse saltado una señal de stop al salir de un camino. En ningún momento colisionó con el motorista, según afirmó.

La Guardia Civil de Tráfico llegó a la misma conclusión cuando investigó el siniestro. Entonces no existía ninguna sospecha sobre el conductor del coche, aparentemente un mero testigo que no fue sometido a la prueba de alcoholemia. Siete agentes se mostraron ayer convencidos de que no hubo otros vehículos implicados en el accidente. "El motorista iba a una velocidad inadecuada. No trazó bien la curva y se salió. Esa moto, que tenía la quinta marcha puesta, puede alcanzar los 210 kilómetros por hora. Si hubiera chocado con el coche no habría podido mantener el control", aseguraron los guardias durante el juicio.

La investigación dio un giro al descubrirse, meses después, unas manchas de pintura roja en una de las ruedas de la moto. El vehículo ya no estaba entonces bajo custodia judicial. El Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil tomó unas muestras para compararlas con las del Renault 4, encontrando además un impacto ya reparado en la carrocería. Unas pruebas que los agentes de Tráfico no habían considerado relevantes, como ellos mismos admitieron ayer. Los técnicos de Criminalística y un equipo de peritos externos llevaron a cabo pruebas de laboratorio y llegaron a la misma conclusión. La pintura de la moto tenía "la misma naturaleza química" que la de la parte inferior del coche.

La fiscalía, la acusación particular y la defensa encargaron entonces sendos informes periciales, cuyos autores debatieron en el juicio sus conclusiones enfrentadas. Quienes apuntan a la implicación del conductor del conductor del coche consideran "físicamente imposible" la tesis de la Guardia Civil de Tráfico. Estos especialistas, basándose en complejos cálculos físicos y matemáticos, sostiene que el motorista iba a entre 55 y 72 kilómetros por hora. "Si hubiera ido a 160, habría salido despedido cientos de metros", dijo uno de los expertos.

Ambos sostienen que el conductor del Renault 4 se incorporó a la carretera sin mirar a su derecha, provocando un "contacto mínimo" –de ahí la transferencia de pintura entre vehículos– con el motorista y haciéndole perder el control.

El especialista contratado por la defensa, por su parte, rechaza estas conclusiones. Según su estudio, la moto iba a 111 kilómetros por hora y no hubo ninguna colisión antes de la caída. La pintura, según este perito, pudo acabar en la rueda de moto cuando el coche la rozó al pasar junto al lugar donde cayó el motorista.

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